En esta nueva entrada
de mi blog voy a reflexionar en torno a la “quinta propuesta” contenida en el Libro blanco de la profesión docente y su
entorno escolar. Este informe intenta establecer una serie de propuestas
para mejorar la educación, y para ello parte de la idea de reforma. Así, la quinta
proposición pretende crear un “Consejo Pedagógico del Estado”. Este organismo
podría entenderse como una institución que a nivel estatal orienta al alumnado,
a los padres, propone estrategias de estudio o se encarga de participar en los diferentes
procesos educativos.
En primer lugar,
considero que una centralización como la que se plantea con la creación de este
tipo de consejo es necesaria, pues una unificación en el ámbito educativo
permitiría acabar con las diferencias existentes entre comunidades autónomas a
la hora de realizar pruebas como la Ebau o las oposiciones a profesor de
secundaria. No obstante, la adecuación de todas las comunidades a este organismo
traería consigo algunos inconvenientes, tales como que no se tendrían en cuenta
las necesidades específicas de cada región (lo que a su vez podría incrementar
el fracaso escolar).
Por otra parte, creo
que el resto de propuestas pueden ser muy útiles e innovadoras. El hecho de que
se pretendan tener en cuenta los sistemas educativos de otros países permite
obtener las mejores referencias de rendimiento para poder aplicarlas a nuestro
propio sistema. Asimismo, la selección de aquellas prácticas que se consideren
excelentes y la identificación de los mejores docentes de nuestro país,
permitiría establecer un modelo de enseñanza para el resto de centros así como
para el resto de naciones.
Por último, me gustaría
expresar mi opinión sobre el proyecto que recoge este libro. A mi juicio, la
creación de nuevas propuestas, bien sea relacionadas con la docencia o con las
estrategias de aprendizaje es siempre útil y válida. Nos encontramos en un
momento en el que la presencia de las nuevas tecnologías está en auge, de modo
que no pueden obviarse los retos que tendrá que afrontar la educación en las
próximas décadas. Aunque todas las propuestas del libro tratan de adecuarse a
las dificultades de nuestra generación, hay algunas que resultan utópicas y
desmesuradas (por ejemplo, la propuesta que intenta alargar los años de formación
del profesorado, pues resulta inviable para los propios aspirantes e implicaría
un gran cambio en la organización de los grados universitarios). Sin embargo, creo
que el objetivo último del libro, que es el de cambiar, apostar por nuevos
métodos y nuevos docentes, se adapta a la perfección a una sociedad en
constante cambio.